Y llegó él, e hizo de mis apatías, anécdotas poco reseñables. Y se puso manos a la obra, recomponiéndome pieza por pieza, untándome con el amor más increíble, y por que no, más impredecible que había sentido nunca. Y me muero cuando me toca, os juro por lo que creais más santo, que me muero cuando me toca.
Y todo aquello que me resgaba el jersey de otoño el año pasado, parece simplemente una de esas malas rachas que tiene toda persona con las visceras un poco palpitantes. Y este otoño está vacío de aquel montón de recuerdos de aquel algo que puede que nunca llegara a existir realmente, y está plagado de atrincheramientos en el sofá, de mantas de leopardo, de kilómetros, de carretera y de bendita metamorfosis.
Me gusta tu estilo, tiene fuerza y calidez, envidio tu capacidad de resumen, jamás podría construir un relato breve que resultara íntimamente coherente.
ResponderEliminarme va a gustar leerte, prometo pasar a menudo.
Brindo por este nuevo otoño, tan lejando del anterior, tan distinto, tan .... tan tuyo.
ResponderEliminarUn beso
Flamingo: Los relatos cortos pueden decir mucho en muy poco, son mis favoritos. Muchas gracias por los cumplidos, nos leemos por aquí. Un abrazo.
ResponderEliminarQueridísima Verónica: Y brindo yo contigo, por ser tan tan buena compañía durante todo este tiempo. Un beso.