28/3/10

El principio de la primavera.


Me dormí sabiendo que mientras yo descansaba tú acortabas kilómetros en una furgoneta roja recién pintada. Sabía que cuando despertara, tú te meterías por debajo de las sábanas para gritar, "¡buenos días ombligo!".
Y así fue, sonó el tiembre, me levanté a tientas, dejé abierta la puerta y volví corriendo a la cama. Tú entraste con formas ceremoniosas, te tapaste con mi edredón, saludaste a mi tripa y dijiste: "Warmi...he encontrado un sitio que quiero que veas".
Después de 60 kilómetros por la N340 dirección Tarragona, nos metimos por un desvío. Aquel camino estaba en muy mal estado y en dos ocasiones me dí la cabeza contra el techo al pasar por unos baches. Y de repente lo ví. Delante de nosotros se extendía un campo de almendros en plena floración. Al bajar del vehículo, el olor intenso de aquellas flores blancas me hizo estornudar. Aquel no era un buen sitio para una chica alérgica a todo como yo, pero no me importaba, por una vez en meses era feliz. 
Una ráfaga de viento movió las ramas de los árboles, y empezaron a llover pétalos sobre nuestras cabezas.

Sin duda, aquel sí que era el principio de la primavera.

24/3/10

5:00 AM

-Deberías dejarlo ya.
-No puedo.
-Déjalo.
-¿Cómo se deja de querer a alguien?
-Empezando por intentarlo.
-Sólo voy por las pestañas.
-Déjalo ya, te estás muriendo Warmi...
-Vete.
-¿Qué?
-Que te vayas.

23/3/10

Martes

Hoy, después de la pausa laboral para tomar un café rápido, ha muerto un hombre delante mío.
Lloré por él. Lloré por la sábana blanca que le arrojó el técnico que conducía la ambulancia por encima de su cuerpo. ¿Por qué les pondrán sábanas por encima? La muerte es algo tan digno que no se debería ocultar de esa absurda manera. Lloré por todas las almas de este pueblo, que por no tener nada más que hacer durante la mañana, se agolpaban en torno al cadáver hablando en forzada voz baja. Volví a mi puesto. Media hora después volvió mi compañera, muy puesta ella en la agenda social, contando a todo el departamento lo rápido que fue el levantamiento del cuerpo después de la llegada del juez, que oh casualidad, era el marido de la Conchi una vecina suya.

Un día de estos me cargo el mundo y el marido de la Conchi va a tener que hacer horas extras.

21/3/10

Sobre la almohada.

Aquel que medía más de un metro ochenta pero que no alcanzaba el metro ochenta y dos, siempre podía hacer del día más triste de tu vida, un día menos triste. Si algo me gusta del chico de los ojos casi marrones, casi verdes, casi miel es su poder de aparición en el momento menos previsto. Suena el timbre y sube con sus andares de juglar trasnochado y su sonrisa tamaño pórtico. Nunca hace preguntas porque lo lee todo con los ojos. Te estudia en dos segundos y luego te abraza, rodeándote con los dedos manchados de pintura y tinte que no sale incluso después de mil lavados.
Ya puedes destrozarle el corazón una vez tras otra, que él sigue apostando porque tu corazón hecho trizas pueda volver a latir algún día para él.
No me deja dormir encima suyo porque dice que muere del calor, pero cuando me despierto siempre tengo su brazo encima de mi tripa. Puedo llorarle y preguntarle por qué narices el que creía amor de mi vida puede respirar con normalidad después de decirnos adiós, que siempre, siempre, tendrá en el paladar una respuesta tranquilizadora. Me invita a probarla, y yo lo hago. Y me deshago en los besos más sentidos, más dolientes.

Y cuando consigo entenderlo todo y tengo la respuesta en mis manos, se vuelve a marchar, dejándome un puñado de caramelos sobre la almohada.


15/3/10

Ven

Ven. Llama a la puerta. Sube el ascensor nervioso. Pasa dentro. Súbeme en volandas. Grita conmigo mucho para que se nos vaya el miedo. Dí que se nos da muy mal no querernos. Dímelo al oído. Convénceme de que durante un año de mi vida no he estado equivocada. Olvida que hay un mañana. Vive el hoy, el ahora. Hazme el amor, tres o cuatrocientas veces. Llega a cenar. Volvamos a París. Vayamos a Oporto. Ven conmigo a ver el mar. Perdámonos en carreteras. Despiértate conmigo. Haz de mi tu mezcla. Perdamos la vida en algún concierto. Déjame ser un koala, tu koala. Mostremos al mundo que las casualidades más raras de la vida pueden convertirse en el mejor experimento jamás creado. Absórbeme. Cáete rendido por debajo de mi ombligo. Cuéntame cuentos, secretos, canta conmigo. Ven tarde, pero ven, sé el gran acierto de mi vida.

Tienes hasta mañana para aparecer por la puerta.

Pero si no llamas, y por tanto no subes, y no estas nervioso, y no entras dentro. Y ni me subes en volandas, y ni gritas conmigo. Y no se te va el miedo. Y crees que se está mejor sin querernos, y no me convences. Y para ti hay un mañana, y no quieres hacer el amor tres o cuatrocientas veces. Y no llegas a cenar. Y no te haces a la idea de volver a París, de viajar a Oporto. Y no te quieres salar de mar, y no quieres perderte en carreteras. Y prefieres despertar sólo, sin mezcla. Y quieres sobrevivir a los conciertos, y no quieres oir hablar de koalas encima. Y no crees en las casualidades raras de la vida, ni en la absorción, ni en las muertes por debajo del ombligo. Y no cuentas cuentos, ni secretos, ni cantas...no vengas. Sabré que nos hemos perdido.

14/3/10

Corazón mutante.

Ando con el corazón líquido, corazón fluído. Corazón hecho sangre pura, sin ventrículo.
Ando con el corazón helado, corazón hielo. Corazón hecho agua pura, sin añadido.
Ando con el corazón destrozado, corazón despojo. Corazón hecho añicos puro, sin refugio.

Ando con el corazón mutado, corazón cósmico. Corazón marciano, raciocinio forastero.

12/3/10

Ojalá crezcas pronto.





"Ojalá crezcas pronto"-pienso mientras nuevamente nos separa un andén.
Ojalá crezcas pronto, mi vida. Ojalá algún día nos dejemos de este amor metafísico, idílico, de sabernos los únicos...para que me veas.
Ojalá no tuvieses miedo. Ojalá necesitaras necesitarme. Ojalá dejaras que hiciera de tu pecho un nido en el que refugiarme cada vez que me dueles.
Ojalá soñaras con mi ombligo, con tenerme, con tenernos, con hacer de esta mediocre existencia un lugar mejor donde poder vivir, y no malvivir.
Ojalá te perdieras en la inmensidad del sentir, pero del sentir de verdad. Ojalá transpiraras por mis poros.

Ojalá marzo no fuera nada más que el principio de la primavera.



Photo: Haruhi

9/3/10

Coincidencias


La vida se resumía en 300 coincidencias.
150 de las nuestras eran forzadas, pero joder, que bien encajaban.



Photo: Monika

6/3/10

Casi casi.

Hoy casi casi te tomo de rehén. Hoy casi te arrastro hasta mi tren y te cuento en un beso que dure todo el viaje que tal se me da eso de vivir con tu ausencia. Hoy casi pido el rescate más desorbitado, por tu piel color tierra, a las autoridades naturales que me privan de tus amaneceres.

Hoy casi casi te ataco. Hoy casi te derribo al suelo y te cuento nariz con nariz que tal se me da eso de quererte, desearte y odiarte al mismo tiempo. Hoy casi te muerdo, te paladeo, te saboreo, te diluo en saliva fría de invierno.

Hoy casi casi trepo por tu espalda, repto por tu abdomen. Hoy casi me cuelgo de tu oreja y te cuento al oído lo bien que se me da eso de rozarte con los dedos.

Hoy casi casi me vuelvo a vender barata. Hoy casi te perdono la falta de riego sanguíneo y me perdono la necesidad de necesitarte.

Hoy casi te tengo.

3/3/10

Adicciones.




El combatiente férreo resultaba adictivo. Era como dejar de fumar durante meses y volver a ello con ansia destructiva, con el deseo que sólo provoca aquello que está prohibido, con las ganas de un muerto de sed que ve en tu boca el principio de la salvación, aunque la salvación sea la suma de pequeños instantes...porque en ese momento, parece que todo se pone de acuerdo para que sea la salvación perfecta.
Y una vez sucede ese primer contacto, entre la boca del ex fumador, el roce de lo prohibido y el sediento que pinta sus labios con el más bendito fluído...el cataclismo. La perturbación de la piel caliente, la caída de un onceavo piso al vacío, el salto sobre una cama elástica al puto cielo.

¿Y cómo baja una del puto cielo? Con el abrazo más sentido, que por primera vez en meses consigue que sienta algo. Es más, y con ello me corrijo casi simultáneamente, un abrazo que por primera vez en meses consigue que lo sienta todo.

Nada más, que descanses.