De la quitud a la inquietud, del coma al cómo, al ciertamente incierto. A esa sensación a la que sólo se alcanza con 3 gramos de paracetamol y menta. Con menta y fiebre. Con menta y Mr. Tambourine susurrando mientras, sin quejarse, da vuelta tras vuelta transformado en vinilo.
El cómo inquietamente incierto me arrojó lucidez en forma de una combinación de 9 dígitos que en alguna parte al noroeste estarían resquebrajando la noche, con la estúpida idea de que alguien contestase a los repetitivos tonos de llamada de una cabina de teléfono con las teclas manchadas de chicle.