Mi vuelta a casa coincidió con una de las etapas más misantrópicas que recuerdo. Llevo unas semanas trabajando con una chica que sufre de agorafobia y puede que ese hecho, junto con mi exceso de empatía, mala racha y hastío del gremio sociológico terminen por hacer el resto.
No estamos ni a mitad de mes y la cuenta del banco ya está temblando. A veces me pregunto para que cojones trabajo y estudio, para resultar eficiente a un sistema que por no darme...no me da ni el gusto de viajar en tren.
Total, que aquí me encuentro, en el gallinero-trolebus, sentada junto a un chino inquieto que no sabe estar con la espalda pegada al asiento. Joder, ¿se ha quitado los mocasines negros? sí...definitivamente lo ha hecho...
El conductor del trolebus se ha perdido. Estamos en mitad de Tarancón y aquí no huele a mar, huele a pies de chino.
Tengo ganas de gritar, de gritarle al ciudadano de la República Popular que se esté quieto, que deje de rozar su brazo con el mío.
Estamos en un atasco. Así de bien están hechas las cosas en esta Península Bananera, en la que no sólo no puedes pagarte un billete de tren, sino que tienes que pegarte por conseguir un trozo de carretera por donde poder circular, con el resto de borregos, desafortunados como tú, que tienen un día de vacaciones para ir a visitar a los suyos.
Siento frío y empiezo a transpirar. Mi mano se abre paso en el bolso para buscar el broncodilatador. Me desabrocho el cinturón y espero a la primera convulsión.
Jaja
ResponderEliminarDiario de abordo of the rubia.
(:
Ya has gritado.
ResponderEliminarSe asemeja a los viajes de antaño excepto por el chino.
jajaja me ha encantado... Pasa un buen fin de semana.
ResponderEliminarSaludos y un besazo!
Srta. Bye...por favor aléjate de los pies del chino para respirar profundo y recuperar la calma. Con gusto, aunque sea desde acá te acompaño en todos tus viajes.
ResponderEliminarExcelente canción para musicalizar este post, la repetí como cinco veces mientras me preparaba la cena.
Hasta pronto guapa,