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10/6/10

Madrid, la dicha y la inmundicia.


Hoy el calendario me recordó que me queda poco más de una semana en Madrid. Madrid, siempre será la ciudad en la que me hice mayor. Un buen día decidí llenar la maleta e ingeniármelas para vivir haciendo lo que me gustaba. Lo que me gustaba resultó no gustarme tanto, y casi por casualidad encontré mi profesión en el estudio de sociedades viciadas. En cuatro años, que ha durado esta aventura, he viajado más de lo que  lo había hecho hasta entonces: Dublin, Paris, Berlin, Londres, Amsterdam, y un buen carro de ciudades del territorio nacional. He querido y me han querido, he llorado bien, he amanecido en Gran Vía, me ha raptado un taxista punki, me han robado, me he enfermado, me han enseñado lo que es la amistad infinita, incondicional y eterna, he aprendido a jugar a videojuegos,  he comido pasta y arroz durante semanas, me han traído huevos Kinder a la cama, he trabajado en lugares horribles para terminar finalmente en un bonito despacho con aire acondicionado, he cobrado mucho a veces, y otras me han pagado miserias, me he disfrazado, he llevado vestidos de gala y he perdido la vida en tantos conciertos que sería imposible enumerarlos. He odiado a Madrid y a su inmundicia y la he querido por partes iguales. 

Por delante, Varsovia, ciudad del este, ciudad fría, ciudad soviética. Ciudad a la que me comprometí a ir cuando Madrid dejó de oxigenarme, ciudad a la que quería ir y que ahora me parece tan lejana. Tan lejana de ellos, tan lejana de lo que conozco, tan lejana de tu cama.

17/4/10

A falta de medio verso.

Eran las nueve de la mañana y tú dormías. Y yo lloré, porque durante esos días no había encontrado las palabras suficientes y apropiadas para decirte que aquel había sido el momento más feliz de mi vida en más de un año. 

Y se nos acababa el tiempo, y se me acumulaban los te necesito...y tú en Marte.


10/4/10

Canciones tristes


Nos necesitábamos. Necesitábamos respirarnos, transpirarnos en simbiosis explosiva. Necesitábamos comernos la boca para terminar la noche vivos. Aquella era otra de esas noches erráticas en la que me necesitabas, te necesitaba.

Y ante tal dispositivo de necesidad, tal demanda, volé atravesando campo castellano hasta dar con los lunares de tu espalda, aquella autopista de vertebras alineadas, aquel lienzo moteado en el que componer canciones tristes.


8/4/10

The best of you

Cuando nos despidamos, hará sol y sonará The best of you...

es algo que sé y sabes.

28/3/10

El principio de la primavera.


Me dormí sabiendo que mientras yo descansaba tú acortabas kilómetros en una furgoneta roja recién pintada. Sabía que cuando despertara, tú te meterías por debajo de las sábanas para gritar, "¡buenos días ombligo!".
Y así fue, sonó el tiembre, me levanté a tientas, dejé abierta la puerta y volví corriendo a la cama. Tú entraste con formas ceremoniosas, te tapaste con mi edredón, saludaste a mi tripa y dijiste: "Warmi...he encontrado un sitio que quiero que veas".
Después de 60 kilómetros por la N340 dirección Tarragona, nos metimos por un desvío. Aquel camino estaba en muy mal estado y en dos ocasiones me dí la cabeza contra el techo al pasar por unos baches. Y de repente lo ví. Delante de nosotros se extendía un campo de almendros en plena floración. Al bajar del vehículo, el olor intenso de aquellas flores blancas me hizo estornudar. Aquel no era un buen sitio para una chica alérgica a todo como yo, pero no me importaba, por una vez en meses era feliz. 
Una ráfaga de viento movió las ramas de los árboles, y empezaron a llover pétalos sobre nuestras cabezas.

Sin duda, aquel sí que era el principio de la primavera.

30/12/09

Los buenos modales.


Afaltademedioverso, dejó de ser un refugio, una salida. Puede que la liberación se encuentre detrás del psicoanálisis, del letargo, de la sedación o del simple hecho de dejarse llevar.
No me parecía de buena educación dar portazo a esta bitácora sin mencionaros a todos aquellos que habeis estado detrás de cada verso descompuesto que aquí se ha escrito.

Mis gracias más sentidas a After, por haber sido el primero y por ser un compañero y amigo ejemplar; a South, por haber estado desde el principio ahí, con la palabra, la canción y la fotografía adecuada, (nos debemos un par de cosas); a Laura, por traer el sol cada mañana; a Jesús Qhari, por su infinita paciencia y por ser imprescindible aqui y siempre, a Jim Jones por hacer las horas laborales más llevaderas; a Verónica, por ser una pedazo de mujer, a Onminayas por tener siempre un buen consejo bajo el brazo; a Neuro por la poesía, el arte y la prosa; a Antonio Torres por enseñarme la sonrisa de Hiperión con rima. A aquellos que no son tú, por hacerme sentir viva, por darme en cada beso un universo. A todos aquellos que habeis visitado a Bye en alguna ocasión y habeis dejado algún comentario. A los que habeis permanecido callados. A los anónimos.

Y a , porque una vez fuimos nosotros.

Nos vemos, majos.

10/10/09

Atascos y otras lindezas.

Mi vuelta a casa coincidió con una de las etapas más misantrópicas que recuerdo. Llevo unas semanas trabajando con una chica que sufre de agorafobia y puede que ese hecho, junto con mi exceso de empatía, mala racha y hastío del gremio sociológico terminen por hacer el resto.
No estamos ni a mitad de mes y la cuenta del banco ya está temblando. A veces me pregunto para que cojones trabajo y estudio, para resultar eficiente a un sistema que por no darme...no me da ni el gusto de viajar en tren.

Total, que aquí me encuentro, en el gallinero-trolebus, sentada junto a un chino inquieto que no sabe estar con la espalda pegada al asiento. Joder, ¿se ha quitado los mocasines negros? sí...definitivamente lo ha hecho...

El conductor del trolebus se ha perdido. Estamos en mitad de Tarancón y aquí no huele a mar, huele a pies de chino.
Tengo ganas de gritar, de gritarle al ciudadano de la República Popular que se esté quieto, que deje de rozar su brazo con el mío.

Estamos en un atasco. Así de bien están hechas las cosas en esta Península Bananera, en la que no sólo no puedes pagarte un billete de tren, sino que tienes que pegarte por conseguir un trozo de carretera por donde poder circular, con el resto de borregos, desafortunados como tú, que tienen un día de vacaciones para ir a visitar a los suyos.

Siento frío y empiezo a transpirar. Mi mano se abre paso en el bolso para buscar el broncodilatador. Me desabrocho el cinturón y espero a la primera convulsión.

8/10/09

Autopista del Mediterráneo (A7)


Parto por unos días hacia el levante, siguiendo a las nubes que traen lluvia. Parto liviana, con una maleta pequeña y naranja, que recuerda que vuelvo a casa. A la casa con vistas al tráfico y a las flores de azahar.
Tengo la sensación de que parto sola, que por primera vez te quedas en Madrid. Que por primera vez no te llevo en el nudo de la garganta, que por primera vez no te llevo por debajo de la piel.
Te dejo aquí, en la ciudad de los edificios altos y los pájaros dormidos, en compañía de las que quieras, de aquellas que no soy yo.

Antes de irme, sueño que te tapo bien los pies. No quiero que cojas frío.

28/8/09

Después de todo, Madrid.

Después de tres meses fuera, toca volver a la ciudad que durante mucho tiempo fue nuestra, y que ahora es más tuya que mía.
Después de tres años, voy a estrenar por primera vez una cama yo sola.
Después de la rápida huída, ahora toca volver a terminar lo que empezaste una noche de principios de primavera.

8/6/09