Al final saqué el valor suficiente para sacar una goma de borrar gigante de miga de pan, que cargaba desde hace tiempo a la espalda para hacerte desaparecer.
En cuanto dejaste de estar presente, me agache a recoger uno por uno los restos de miga en la desesperación de volverte a recomponer, en la desesperación de volverte a crear para convertirte en la mitad que forma nuestro entero, en la desesperación de creer, aunque fuera sólo por una vez, en la resurrección de la carne, en la resurrección de tu piel caliente. Terminé desistiendo minutos después.
Se habían mezclado con las castañas podridas de otoño y con mi prometido último llanto de octubre, hasta hacerlas invisibles.
Otra posibilidad habría sido darle forma humanoide a la miga... y luego jugar al viejo ritual de los alfileres :P
ResponderEliminar¡Ay, Srta Bye! Me temo encontrar por delante un otoño largo, frío y sinuoso...
ResponderEliminarBesos.
Hola Srta. Tanto gusto en conocerla!! Me gusto tu espacio y tus letras...gracias por la visita, te seguire de ahora en adelante. Me gusta como mezclaste en esta entrada el valor y el arrepentimiento...cuantas veces no queremos olvidar y terminamos suplicando por los pedacitos...snif.
ResponderEliminarAbrazo!
Mierda de amor
ResponderEliminar¿Migas de pan? No se me hubiera ocurrido nunca .... y mira que la figura es adecuada, por su posible moldeamiento, más que nada.
ResponderEliminarEso de las mitades y los enteros me llega muy adentro. Me recuerda épocas pasadas, llantos solitarios, desesperaciones varias. En su momento no fuí capaz de expresarlo como tú, pero, me hubiera gustado infinito poder hacerlo.
Y, aunque esté mal decirlo, me alegro infinito de que hayas desistido. Es imposible reunir los pedazos rotos.