El chico de los ojos casi marrones, casi verdes, casi miel se marchó haciendo poco ruido, de manera discreta pero dejándome esas verdades hirientes pintadas a fuego. Aquel que no eres tú, se marchó de mi vida de forma diferente a como lo hizo aquella que no soy yo de la tuya.
Aquel que mide más de un metro ochenta pero que no alcanza el metro ochenta y dos tiene pinta de haberse ido, sino para siempre para una larga temporada. Aquella que no soy yo, en cambio, tiene pinta de haberse comprado unas alitas transparentes con las que revolotearte día sí día también a modo de lo comunmente conocido como mosca cojonera.
A ver si es verdad que llega el otoño pronto y te arrastra en una de sus ventoleras como si fueses una hoja seca. A ver si consigo la fuerza de voluntad suficiente para no recogerte y coleccionarte en el herbario del alma.
Intuyo que este relato tan apasionado, tendrá muchos más candidatos a participar y aún muchas más páginas que escribir... De lo cual, egoistamente, siento alegrarme (por la parte lectora que me toca).
ResponderEliminarBesos, Srta Bye
Excelente banda sonora.
ResponderEliminarEn cuanto a él, que se joda :)
un beso impresentable.
Ese chico te mueve y te hace daño. Real o abstracto, que se joda como dice Southmac.
ResponderEliminarEse chico, por los ojos, podría ser yo mismo. Tiene gracia. Aunque no soy un chico de metro ochenta y tampoco alcanzo el metro ochenta y dos. Por lo cual, me quedo tranquilo, no soy un cabrón.
ResponderEliminarUn beso.
Seguro que el chico de los ojos casi marrones casi verdes casi miel es miope.
ResponderEliminarJuegan, como las chicas de ojos miopes casi miel, a la destrucción sin ánimo de conspiración.