Sabíamos que era la última tarde, la última noche. Después de eso, todo un océano de por medio a modo de foso gigante. Sabíamos que era la última tarde y comimos tarta de arándanos. Te leí poesía y lloramos con los pies. Era la última tarde, pero era la tarde. Jugamos a buscar tesoros y compramos crêpes. Fuimos a la Feria del Libro Antiguo y paseé por Colón colgada a tu espalda. Era como tener diez años menos. Era como viajar en el tiempo diez años más. Era como saber como sería nuestra vida en cuanto las cosas dejaran de estar del revés.
-Nos quisimos mucho, ¿no?
-Y nos queremos.
-Ya, pero antes amanecíamos desnudos.
-Ya, y ahora amanecemos contentos.
-Te voy a echar de menos, Qhari.
-Y yo, Warmi, pero cuando volvamos a vernos te juro que te fabrico un universo entero.
conviertes las despedidas en algo dulce...dificil de comprender
ResponderEliminar¿No hay ningún producto químico que lo elimine como el agua las calcomonías?
ResponderEliminarEn qué tedio no se disuelve el amor....
Excelente entrada. Muy hermosa y elegante. El oculto regusto melancólico que deja me parece genial.
ResponderEliminar...Pero antes amanecíamos desnudos.
Y ahora amanecemos contentos...
El tiempo no nos cambia; somos nosotros quienes cambiamos al tiempo. La cronología de los sentimientos es un misterio aún por resolver y desafortunadamente nunca llevamos dos personas el mismo compás cuando le bailamos al amor.
ResponderEliminarRdimichelle: Me gustan las despedidas dulces, las despedidas que son sólo un "hasta después".
ResponderEliminarUrbanoyhumano: Seguro que si existe es super tóxico.
Arrecogiendobellotas: ¡Muchas gracias! Las despedidas con regusto melancólico...duelen, pero son preciosas.
Cicatrices en el suelo: Estoy de acuerdo contigo en el tema del compás, pero no te creas, cuando coinciden (que en ocasiones pasa), el baile se convierte en infinito.