Ven. Llama a la puerta. Sube el ascensor nervioso. Pasa dentro. Súbeme en volandas. Grita conmigo mucho para que se nos vaya el miedo. Dí que se nos da muy mal no querernos. Dímelo al oído. Convénceme de que durante un año de mi vida no he estado equivocada. Olvida que hay un mañana. Vive el hoy, el ahora. Hazme el amor, tres o cuatrocientas veces. Llega a cenar. Volvamos a París. Vayamos a Oporto. Ven conmigo a ver el mar. Perdámonos en carreteras. Despiértate conmigo. Haz de mi tu mezcla. Perdamos la vida en algún concierto. Déjame ser un koala, tu koala. Mostremos al mundo que las casualidades más raras de la vida pueden convertirse en el mejor experimento jamás creado. Absórbeme. Cáete rendido por debajo de mi ombligo. Cuéntame cuentos, secretos, canta conmigo. Ven tarde, pero ven, sé el gran acierto de mi vida.
Tienes hasta mañana para aparecer por la puerta.
Pero si no llamas, y por tanto no subes, y no estas nervioso, y no entras dentro. Y ni me subes en volandas, y ni gritas conmigo. Y no se te va el miedo. Y crees que se está mejor sin querernos, y no me convences. Y para ti hay un mañana, y no quieres hacer el amor tres o cuatrocientas veces. Y no llegas a cenar. Y no te haces a la idea de volver a París, de viajar a Oporto. Y no te quieres salar de mar, y no quieres perderte en carreteras. Y prefieres despertar sólo, sin mezcla. Y quieres sobrevivir a los conciertos, y no quieres oir hablar de koalas encima. Y no crees en las casualidades raras de la vida, ni en la absorción, ni en las muertes por debajo del ombligo. Y no cuentas cuentos, ni secretos, ni cantas...no vengas. Sabré que nos hemos perdido.
Saber, de cierto, el momento justo en el que se produce esa pérdida significa, para mí, la edad adulta.
ResponderEliminarSi uno llega hasta allí ... lo tiene todo hecho. Acompañado o no, lo ha conseguido.
Y lo digo por propia experiencia ....
Solo se pierde, lo que se renuncia a ello.
ResponderEliminarUn Saludo
Verónica: Al final no vino, como siempre. Así que supongo que me he hecho mayor. De una forma triste, pero la madurez nunca fue un camino de rosas. Un beso.
ResponderEliminarEdu: A veces por mucho que luches, pelees y patalees el mundo sigue girando al revés. Gracias por darte una vuelta por este rinconcito.