Hoy, después de la pausa laboral para tomar un café rápido, ha muerto un hombre delante mío.
Lloré por él. Lloré por la sábana blanca que le arrojó el técnico que conducía la ambulancia por encima de su cuerpo. ¿Por qué les pondrán sábanas por encima? La muerte es algo tan digno que no se debería ocultar de esa absurda manera. Lloré por todas las almas de este pueblo, que por no tener nada más que hacer durante la mañana, se agolpaban en torno al cadáver hablando en forzada voz baja. Volví a mi puesto. Media hora después volvió mi compañera, muy puesta ella en la agenda social, contando a todo el departamento lo rápido que fue el levantamiento del cuerpo después de la llegada del juez, que oh casualidad, era el marido de la Conchi una vecina suya.
Un día de estos me cargo el mundo y el marido de la Conchi va a tener que hacer horas extras.
la efectividad burocrática contra la afectividad que debería ir lícita al ser humano... la conchi tiene poco de eso, me temo
ResponderEliminar¿Las sábanas blancas que tapan a los cadáveres callejeros, se lavan en las mismas lavanderías que las servilletas, los manteles, las sábanas de hotel?
ResponderEliminarMuy bueno el relato.
Tampoco es eso, mujer. Todos morimos: unos antes, unos mas tarde, y otros cada día al acostarse.
ResponderEliminarÁnimos
Enric
Cicatrices en el suelo: la burocracia desgraciadamente ha echado raíces demasiado gruesas. Somos un papel, un papel con nombre y número que indica si estamos vivos o muertos. Un papel que indica cuando dinero generamos para el estado. Un papel, para todo lo que te imagines, un papel.
ResponderEliminarBlanco: Supongo que sí, junto con los trajes de novia y las cortinas de satén. Un beso :)
Enric: No es la muerte lo que me asusta, estimado Enric, sino el vacío ético de todo un barrio que se arremolina ante un cadáver para mirar y comentar, y luego criticar. Gracias por los ánimos. Un abrazo.
Somos así Bye.
ResponderEliminarYo me encontrado con muertes repentinas en la calle pero no los cubren con sábanas santas sino con papel de plata amarillo.
Si vas a India te cruzarás a cada paso con cadáveres y la indiferencia más absoluta.
Si vas a ciertos poblachos te encontrarás con muertos en vida que han dejado de tiritar de frío porque ni para eso tienen fuerza.