Aquel que medía más de un metro ochenta pero que no alcanzaba el metro ochenta y dos, siempre podía hacer del día más triste de tu vida, un día menos triste. Si algo me gusta del chico de los ojos casi marrones, casi verdes, casi miel es su poder de aparición en el momento menos previsto. Suena el timbre y sube con sus andares de juglar trasnochado y su sonrisa tamaño pórtico. Nunca hace preguntas porque lo lee todo con los ojos. Te estudia en dos segundos y luego te abraza, rodeándote con los dedos manchados de pintura y tinte que no sale incluso después de mil lavados.
Ya puedes destrozarle el corazón una vez tras otra, que él sigue apostando porque tu corazón hecho trizas pueda volver a latir algún día para él.
No me deja dormir encima suyo porque dice que muere del calor, pero cuando me despierto siempre tengo su brazo encima de mi tripa. Puedo llorarle y preguntarle por qué narices el que creía amor de mi vida puede respirar con normalidad después de decirnos adiós, que siempre, siempre, tendrá en el paladar una respuesta tranquilizadora. Me invita a probarla, y yo lo hago. Y me deshago en los besos más sentidos, más dolientes.
Y cuando consigo entenderlo todo y tengo la respuesta en mis manos, se vuelve a marchar, dejándome un puñado de caramelos sobre la almohada.
Estos ángeles custodios, siempre tan oportunos, tan pacientes, tan inalcanzables, tan dulces.
ResponderEliminarUn beso, guapa
Aquel que puede leer en los ojos de los demás debería tener nuestra casa abierta para siempre.
ResponderEliminarY, cuando digo casa no me refiero sólo a hogar, hablo de interior, de piel, de sensaciones, de mente, de sonrisas ....
Cuídale y sigue aceptando sus caramelos sobre tu almohada.
Tengo varias lecturas bloggeras de amores que sí que no.
ResponderEliminarMe vuelvo a Pessoa. Ese al menos anda más menos igual de despistado que yo.
Un abrazo srta. Bye.
Copo: ¿Por qué será que no nos conformamos con las formas angelicales y queremos demonios con tridentes? Cosas del dualismo existencial, supongo. Un besote a tí también bonica.
ResponderEliminarVerónica: Como siempre un sabio consejo, amiga. Lo guardo en la cajita de cosas importantes :)
Neuro: Haces bien, cuanto menos amor que sí que no, mejor. Otro abrazo para tí también.