Aquel día ví lo que no tenía que ver y pasé parte de la tarde enjugándome los ojos, alejándome de tu campo de visión, para que tus ojos casi marrones, casi verdes, casi miel no me descubriesen. Tus ojos casi marrones, casi verdes, casi miel, además de preciosos se clavan rápido y me encontraron en un pestañeo.
Te acercaste y dedicaste tres besos a cada uno de los míos, que no son ni casi marrones, ni casi verdes, ni casi miel. "Me sigues pareciendo preciosa a pesar de que llores por alguien que jamás podré ser yo". Hicimos el amor. Cuando me desperté te encontré fuera de aquella furgoneta con tus ojos casi marrones, casi verdes, casi miel puestos en las cuerdas de la guitarra a la que hacías sonar de manera limpia aquel New love grows on trees.
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buen relato
ResponderEliminarme gusto !
las furgonetas tienen bastante espacio! son lo mas ! ja!
un saludo !te sigo!
A los "ojos casi marrones, casi verdes, casi miel" también se les conoce como "Ojos Seductores". ¡Vaya, vaya!
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